
Diferencias entre crisis de pánico y crisis de angustia
mayo 19, 2020
Diferencias entre crisis de pánico y crisis de angustia
mayo 19, 2020
La ansiedad es una emoción humana normal. Nos prepara para actuar ante situaciones de peligro o desafío. Sentir ansiedad antes de una prueba, una entrevista o una decisión importante no solo es esperable, sino también útil: nos mantiene alerta.
Pero a veces, la ansiedad deja de ser una respuesta puntual y empieza a aparecer con frecuencia, intensidad o en momentos en que no hay un peligro real. Ahí es cuando puede empezar a interferir con nuestra vida cotidiana.¿Cómo se manifiesta la ansiedad?
La ansiedad puede sentirse de muchas formas. Algunas personas la experimentan físicamente, otras a nivel emocional o conductual. Aquí algunos ejemplos comunes:
- Preocupaciones constantes, incluso por cosas pequeñas
- Sensación de que «algo malo va a pasar»
- Dificultad para concentrarse
- Inquietud, tensión o sensación de estar “acelerado”
- Taquicardia, sudoración, presión en el pecho
- Problemas para dormir
- Evitación de ciertas situaciones por miedo a cómo se sentirán
¿Por qué aparece?
La ansiedad puede tener distintas causas: experiencias pasadas, aprendizajes, formas de pensar, exigencias externas, factores biológicos o una combinación de todo eso. No es un signo de debilidad ni algo que uno pueda simplemente «controlar con fuerza de voluntad».
¿Se puede tratar?
Sí. La ansiedad tiene tratamiento y, con acompañamiento profesional, muchas personas logran disminuir su malestar y recuperar calidad de vida.
Desde la psicoterapia cognitivo conductual, trabajamos:
- Identificando pensamientos que aumentan la ansiedad
- Aprendiendo a regular emociones intensas
- Incorporando herramientas para afrontar situaciones difíciles
- Fortaleciendo el autocuidado y la seguridad interna
¿Cómo manejar la ansiedad en el día a día?
Aunque cada persona es distinta, hay algunas estrategias que suelen ayudar a reducir los niveles de ansiedad cotidianos:
- Respirar conscientemente
La respiración profunda y lenta puede ayudarte a calmar el cuerpo en momentos de tensión. Un ejercicio simple: inhala en 4 tiempos, mantén 2, exhala en 6.
- Volver al presente
La ansiedad muchas veces se alimenta de pensamientos sobre el futuro. Anclarte al momento presente —a través de los sentidos, la respiración o una pequeña rutina— puede ayudarte a cortar ese ciclo.
- Dormir y alimentarte bien
El cuerpo y la mente están conectados. Dormir lo suficiente, alimentarte de forma regular y cuidar tu bienestar físico influye directamente en cómo te sientes emocionalmente.
- Cuestionar tus pensamientos
No todo lo que pensamos es cierto. Aprender a identificar pensamientos ansiosos (como “voy a fallar” o “no voy a poder”) y ponerlos en duda puede cambiar cómo te sientes.
- Mover el cuerpo
El ejercicio, incluso caminar, ayuda a liberar tensiones y regular las emociones. No es necesario hacer grandes cosas: lo importante es moverte un poco todos los días.
- Hablar con alguien de confianza
Compartir lo que sientes con una persona cercana puede ayudarte a ver las cosas desde otra perspectiva y sentirte acompañado/a.
¿Cuándo pedir ayuda?
Si sientes que la ansiedad está afectando tu día a día —tu trabajo, tus estudios, tus relaciones o tu descanso—, puede ser momento de consultar. No tienes que esperar a tocar fondo para pedir apoyo. Hacerlo a tiempo puede marcar una gran diferencia.
Si te sentiste identificado/a con lo que leíste y crees que podrías beneficiarte de un espacio terapéutico, puedes conocer mis servicios aquí.